jueves, 23 de febrero de 2012

"Lo que tortura y llena mi alma de dulzura, y lo que es incluso el hambre de mis entrañas, resulta inexpreable y carece de nombre"

                                                                         -Nietzsche.

Para entender esta frase, debemos tomar en cuenta el pensamiento cartesiano (René Descartes)... "lo que en el alma es una pasión es generalmente en el cuerpo una acción”

  La pasión... fuerza natural que nace de lo profundo de nuestras entrañas y nos impulsa a hacer cualquier cosa que deseemos. Esta palabra suena como a oculto, prohibido, casi inalcanzable, incluso suena un poco a locura, obsesión. Aunque en realidad la palabra pasión proviene del griego "pathos" refiriendose a todo aquello que no se deja atrapar, domesticar o reprimir por la razón o la voluntad, aquello que nos sucumbe. 

  Es la pasión algo que no se puede controlar desde la razón, algo que incomoda al mundo moderno que tiene a negar y suprimir todo aquello que no puede comprender, al no tener lugar en su cabeza, tampoco tiene lugar en su vida.

  La pasión se vuelve entonces algo oculto, casi prohibido, podría calificarse como indeseable para alguien que "piensa" pues en este mundo, todo aquello que no puede controlarse... es estigmatizado. 

  Mas todo aquello que permanece oculto, no tarda en regresar con mucha más fuerza, pues la ausencia renueva con fuerte insistencia... y surge la pregunta... si es real o no aquello que sentimos aunque no podamos comprenderlo? es también parte de la condición humana?  e incluso, qué tal si no solo fuera parte de esta, sino su mismísima escencia?

  Es esta fuerza represora la que hace volver a la pasión con más fuerza, tornandola en una obsesión, tornandola en degeneración, tornandola en violencia, guerra, crimen, genocidio, suicidio y otras cosas que hacen que el ser humano se niegue y rechace a sí mismo, pues le fue enseñado que todo aquello que no entiende es malo, es sacrilegio, es pecado. 

 De ahí que la pasión sea la enfermedad más propia y a la vez desconocida, la pasión mal llevada  se torna en maldad , en una cuestión omnisiosa y siniestra ( Que Freud señala como lo más familiar y desconocido al mismo tiempo) 

  Según Empédocles (Agrigento, 490-435 a.C.) amor y odio, armonía y discordia, serían las fuerzas que harían evolucionar en el tiempo las partículas materiales e indestructibles de los cuatro elemnetos (tierra, aire, fuego y agua).  

   El amor era concebido como una fuerza de atracción que reuniría las partículas de los cuatro elementos de una manera constructiva, mientras que el odio las separaría, provocando con ello la extinción de los objetos. Así, la historia del mundo se desarrollaría de un modo cíclico alternándose épocas de imperio de na de las dos fuerzas con épocas en las que predominara la otra. 

  Esta lucha entre ambas potencias se manifestaría también en los seres mortales, cuyos miembros se unirían en un momento por la amistad (amor/philia) haciendo florecer la vida para, en otro momento, ser descuartizados por la rivalidad (odio) y perderse.

  Esta dualidad de los principios correspondería pincipalmente a preocupaciones ético-religiosas que, en último término, se ferierirían a la dualidad del Bien y del Mal.

Referencias: Quiroz Bello Antonio. "Pasionario ensayos sobre el crimen" Editorial Antígona. Octubre 2011. Puebla, Puebla, México.

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